Amores de barra
Le dijeron que su media naranja estaría por ahí, que tarde o temprano se cruzarían, y a su corazón ya no tendría que darle cuerda porque, juntos, palpitarían al mismo son.
–¡Y qué culpa tengo yo de que me conocieras borracha! –respondió el pomelo dando un portazo.
(Microjustas literarias XIV Tema: La naranja mecánica)
Qué bonito blog...
ResponderEliminarGracias :)
ResponderEliminar