Entradas

Un poquito de magia...

Imagen
Este año, a diferencia de otros, tengo muchísimas ganas de que llegue la Navidad. No por la celebración navideña en sí, sino porque para mí empieza a tener otro significado distinto, o quizás en realidad es el mismo que se tiene cuando se vive la Navidad intensamente. Nunca he sido navideña. No puedo explicar por qué, o no lo sé, o quizás es muy personal y no soy muy dada a compartir este tipo de cosas; el caso es que siempre me ha incomodado la Navidad. No soy de las que critica el consumismo, gasto en regalos, adornos, luces, etc., pienso que es una fiesta por y para los niños y, ya que les vendemos magia desde pequeñitos, hay que ser consecuentes con ello. Es muy fácil vivir la Navidad a través de sus ojos, desde que tengo hijos mi conflicto interno con la Navidad ha ido mermando; sin llegar a ser para tirar cohetes, sacar la pandereta y ponerme a cantar villancicos. Pero el caso es que la empiezo a mirar con otros ojos. Es como si empezara a recibir un poquito de esa magia que

Olores y recuerdos

Imagen
      Siempre he pensado que los olores transmiten más sensaciones que los sonidos o incluso que las imágenes, nos trasladan desde lo más profundo a ese instante ya vivido. Hoy he tenido una experiencia de esas mágicas con una cazuela que pertenecía a mi abuela. Es una cazuela de madera para hacer ajoblanco (una especie de gazpacho típico extremeño, supongo que también es de otras provincias). Mi abuela tenía una grande, donde habitualmente hacía el ajoblanco, y una pequeñita. Recuerdo que una vez, tendría unos siete u ocho años, me empeñé en hacer un ajoblanco con ella. Una de las normas de hacer ajoblanco, al menos para mi abuela, era no mirar la cazuela mientras la cocinera elabora la masilla, solo ella puede hacerlo. Yo era muy tramposa o curiosa, y mientras ella permanecía sentada concentrada en la cazuela, aparecía yo sigilosa como una sombra y me escondía detrás de su hombro para mirar, intentando tal vez averiguar si se cumplía o no esa extraña regla de estropear el

Mini-J

Imagen
      Ayer fue un día de grandes emociones, Mini-J se nos escapó por la terraza. La jaula tiene dos puertas y, sin darnos cuenta, nos habíamos dejado una solo entornada. Le vimos de reojo, desde el salón, salir volando, y cuando corrimos a asomarnos ya había desaparecido. Estuvimos un buen rato llamándole (cosa absurda, porque el pobre solo había volado dentro de casa y el exterior les desorienta completamente). El caso es que fue un momento de angustia, los pobres niños llorando a moco tendido y desesperados, y yo no sabía cómo consolarles, nunca les había visto llorar de esa forma, quizá porque era la primera vez que tenían algo verdaderamente importante por lo que llorar: la pérdida de un ser querido.        Se me ocurrió coger la jaula pequeña de transporte y salir a la calle a buscarlo, era una misión imposible, lo sabía, pero al menos les distraería un poco del llanto. Una vez en la calle nos pusimos a silbar bajo los árboles que nos íbamos encontrando. En una ocasión,

Instante

Imagen
     Nunca sabrían si comenzó en el instante donde sus ojos se encontraron, o en la escasa distancia a la que mantuvieron sus labios o al sentir la vibración que transmitían sus cuerpos; pero bailaron hasta que la última canción quedó suspendida en el murmullo de un recuerdo.

Extraños

Imagen
Y la besó. Como besan los que han probado demasiados labios y de pronto descubren que nunca así. Perdiéndose. Desarmado.

Reencuentro

Imagen
    Era un sueño, lo notaba a cada paso por los sonidos familiares y recurrentes; no era su primera vez allí. Aceleró sus andares para llegar antes de que volviera a esfumarse el momento. Le encontró donde siempre, faenando, con la medida de quien no tiene prisa. Se sentaron al calor de un café, y él acarició su mano con ternura, ella aprovechó para contarle todo lo acontecido en su ausencia. Despertó satisfecha, esta vez no había olvidado decirle que le quería.

Enfoque

Imagen
Y cuanto más se alejaba,  más nítido y caprichoso era el lugar a donde se dirigía.

Indecisión

Imagen
—¿Ves estas dos líneas de aquí? —le indicó la anciana—, significa que tu vida se bifurcará en dos caminos diferentes. —¿Y cuál es el de ahora? —preguntó con curiosidad y grandes expectativas, podía imaginarse ya disfrutando del opuesto y liquidando de un plumazo todo lo que no había logrado superar. —El largo.